Reseña biográfica

Poeta francés nacido en Paris en 1900.
Después de dejar el colegio a los 16 años, trabajó como empleado de farmacia y empezó a mostrar interés en la literatura publicando  escritos en una revista de corte socialista llamada La galería de los jóvenes. En 1919 publicó los primeros poemas en Le fard de argonautes y se reunió con André Breton, Péret, Tzara y Aragon, integrándose en 1920 al grupo surrealista.  Mostró sus habilidades literarias jugando con el idioma, y convirtiéndose en un experto de la ''escritura automática" en sus poemas titulados "Oasis" y "Asilo amigo".
Para ganarse la vida ejerció luego como periodista, publicando crónicas sobre películas, música  y teatro. Hacia 1929 se alejó del movimiento surrealista en la gran crisis que señaló el segundo manifiesto de André Breton.
Continuó escribiendo en el siguiente decenio publicando obras que incluyeron  "Corps et biens"  en 1930 y "Le sans cou"  en 1934.
En la segunda guerra mundial se alistó en el ejército francés,  regresó a París durante la ocupación alemana y bajo seudónimos como Lucien Gallois y Pierre Andier,  publicó una serie de ensayos contra los nazis que le valieron su reclusión en varios campos de concentración. Falleció ocho días después de ser liberado por el ejército ruso en junio de 1945. ©

 

 

Poemas de Robert Desnos:



A la misteriosa    ( 1926 )

Como una mano que en el instante de la muerte y del naufragio...

Cuento de hadas

Despertares

Destino arbitrario

El cementerio

Es de noche

Identidad de las imágenes

Infinitivo

La furtiva

La idea fija

La voz

Los espacios del sueño

Los grandes días del poeta

Morir ahí hermosa pavesa...

Poema        

Tanto soñé contigo...        A la mystérieuse    (otra versión)

Último poema

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A la misteriosa    ( 1926 )

Tanto he soñado contigo que pierdes tu realidad.
¿Habrá tiempo para alcanzar ese cuerpo vivo
y besar sobre esa boca
el nacimiento de la voz que quiero?
Tanto he soñado contigo,
que mis brazos habituados a cruzarse
sobre mi pecho, abrazan tu sombra,
y tal vez ya no sepan adaptarse
al contorno de tu cuerpo.
Tanto he soñado contigo,
que seguramente ya no podré despertar.
Duermo de pie,
con mi pobre cuerpo ofrecido
a todas las apariencias
de la vida y del amor,  y tú, eres la única
que cuenta ahora para mí.
Más difícil me resultará tocar tu frente
y tus labios, que los primeros labios
y la primera frente que encuentre.
Y frente a la existencia real
de aquello que me obsesiona
desde hace días y años
seguramente me transformaré en sombra.
Tanto he soñado contigo,
tanto he hablado y caminado, que me tendí al lado
de tu sombra y de tu fantasma,
y por lo tanto,
ya no me queda sino ser fantasma
entre los fantasmas y cien veces más sombra
que la sombra que siempre pasea alegremente
por el cuadrante solar de tu vida.

Versión de Francisco de la Huerta

 


 


Como una mano que en el instante de la muerte y del naufragio...

Como una mano que en el instante de la muerte y del naufragio
                     se levanta al modo de los rayos del sol poniente, así surgen
                     por todas partes tus miradas.
Quizá ya no haya tiempo, ya no haya tiempo para verme,
Pero   la   hoja   que   cae  y   la   rueda   que   gira   te   dirán   que   nada
                     perdura en la tierra,
Salvo el amor,
Y de esto quiero convencerme.
Botes de salvamento de colores rojizos,
Tempestades en fuga,
Un vals anticuado que se llevan   el tiempo  y   el viento por los
                     largos caminos del cielo.
Paisajes.
No quiero más abrazos que aquel al que aspiro,
Y muera el canto del gallo.
Como una mano que en el instante de la muerte se crispa, así
                    se oprime mi corazón.
Nunca he llorado desde que te conocí.
Quiero demasiado a mi amor para llorar.
Tú llorarás sobre mi tumba,
o yo sobre la tuya.
No será demasiado tarde.
Hasta mentiré. Diré que fuiste mi amante,
Y al final todo es tan absolutamente inútil,
A ti ya mí muy cerca nos espera la muerte.

A la mystérieuse (Corps et Biens)
Versión de Aldo Pellegrini

 

 

Cuento de hadas  

Había una vez  (y fueron tantas veces)
un hombre que adoraba a una mujer.
Había una vez (la vez fue muchas veces)
que una mujer a un hombre idolatraba.
Había una vez (lo fue muchas más veces)
una mujer y un hombre que no amaban
o aquel o aquella que los adoraban.

Había una vez (tal vez sólo una vez)
una mujer y un hombre que se amaban.

Versión de Germán Zuluaga Uribe

 



 

Despertares

Es extraño despertarse a veces en plena noche.
En pleno sueño alguien toca la puerta
y en la extraordinaria ciudad de medianoche
de medio-sueño de medio-recuerdo
las puertas de los zaguanes retumban
con estrépito de calle en calle

Quién es ese visitante nocturno de rostro desconocido,
qué viene a buscar, qué espía.
Es un mendigo que pide pan y albergue
es un ladrón, es un pájaro,
es un reflejo de nosotros mismos en el hielo.
Quién vuelve de un abismo de transparencia
e intenta volver a entrar en nosotros.

Él se da cuenta que hemos cambiado
que la llave ya no puede abrir la cerradura
de la puerta misteriosa de los cuerpos.
Aunque sólo hayan pasado segundos desde que nos dejó
en el momento inquietante en que se apaga la luz

¿Qué sucede entonces?
¿Dónde deambula? ¿Sufre?
¿Es ése el origen de los fantasmas?
¿El origen de los sueños?
¿El nacimiento de los recuerdos?

No toques nunca a mi puerta visitante.
No hay sitio en mi casa ni en mi corazón.
Para las antiguas imágenes de mí mismo
tal vez me reconozcas.
Yo no sabría ya reconocerte.

Versión de Jorge Fernández

 


 


Destino arbitrario

                                                                               a Georges Malkzine

Ahora llega el tiempo de las cruzadas.
Por las ventanas cerradas los pájaros se obstinan en hablar
como peces de acuario.
Junto al escaparate de una tienda
una bonita mujer sonríe.
Felicidad no eres sino lacre
y yo paso como un fuego fatuo.
Una multitud de guardianes persigue
a una mariposa inofensiva fugada del asilo.
Se torna en mis manos calzón de encaje
y tu carne se torna de águila
¡oh sueño mío cuando te acaricio!
Mañana habrá entierros gratuitos
ya no se resfriarán
hablarán el lenguaje de las flores
se iluminarán con luces hasta ahora desconocidas.
Pero hoy es hoy.
Siento que mi comienzo está próximo
semejante al trigo de junio.
Gendarmes ponedme las esposas.
Las estatuas vuelven la espalda sin obedecer.
En su zócalo inscribiría injurias y el nombre de mi peor enemigo.
Allá lejos en el océano entre dos aguas
un bello cuerpo de mujer hace retroceder a los tiburones.
Suben a la superficie para contemplarse en el aire
y no se atreven a morder esos senos
esos senos deliciosos.
                                        C'est les bottes de sept lieues
                                        cette phrase "Je me vois"

Versión de Aldo Pellegrini

 

 

El cementerio

Aquí estará mi tumba, y sólo aquí, bajo tres árboles.
Recojo sus primeras hojas primaverales
Entre un zócalo de granito y una columna de mármol.
Recojo sus primeras hojas primaverales,
Pero otras hojas nacerán de la feliz podredumbre
De este cuerpo que, si puede, vivirá cien mil años.
Pero otras hojas nacerán de la feliz podredumbre,
Pero otras hojas se ennegrecerán
Bajo la pluma de los que cuentan sus aventuras.
Pero otras hojas se ennegrecerán
Con una tinta más líquida que la sangre y que el agua de las fuentes:
Testamentos incumplidos, palabras que se pierden más allá de los montes.
Con una tinta más líquida que la sangre y que el agua de las fuentes,
¿ Podré yo defender mi memoria del olvido
Como una jibia que huye perdiendo la sangre, perdiendo el aliento?
¿ Podré yo defender mi memoria del olvido?

Versión de Raúl Gustavo Aguirre

 

 

Es de noche

Te irás cuando quieras
El lecho se ciñe y se afloja con las delicias igual que un corsé
                                                                                               de terciopelo negro
Y el insecto resplandeciente se posa sobra la almohada
Para estallar y entonces reunirse con lo oscuro
El oleaje llega martillando y se calla
Samoa la bella duerme entre algodones
Conejar ¿qué haces con las banderas? las arrastras por el fango
A la buena de Dios y en lo profundo de todo fango
El naufragio se acentúa bajo los párpados
Relato y describo el sueño
Recojo los envases de la noche y los ordeno sobre el estante
El ramaje del pájaro de madera se confunde con la irrupción
                                                                  de los tapones en forma de mirada
Nada de volver allí nada de morir allí la alegría desborda
Un invitado de más a la mesa redonda en el claro verde esmeralda
                                                del bosque con yelmos resonantes cerca de un
                                                montón de espadas y armaduras abolladas
Nervio a modo de amorosa lámpara apagada al fin del día
Yo duermo

De "Corps et biens"
Versión de Aldo Pellegrini

 

 


Identidad de las imágenes

Lucho furiosamente contra animales y botellas
Desde hace poco tiempo quizá diez horas una después de otra
La hermosa nadadora que tenía miedo del coral esta mañana
                                                                                                         se despierta
El coral coronado de acebo llama a su puerta
¡Ah! otra vez el carbón siempre el carbón
Te conjuro carbón genio tutelar del sueño y de mi soledad
                                 déjame déjame seguir hablando de la hermosa nadadora
                                 que tenía miedo del coral
No dictamines más sobre este tema seductor de mis sueños
La hermosa nadadora descansaba en un lecho de encajes y
                                                                                                           de pájaros
Los vestidos sobre una silla al pie del lecho iluminados por  los fulgores
                                                                                      los últimos fulgores del carbón
Llegado éste de las profundidades del cielo de la tierra y del mar
                                      estaba orgulloso de su pico de coral y de sus grandes
                                                                                                                   alas de crespón
Durante toda la noche él había seguido divergentes entierros hacia
                                                                                              cementerios suburbanos
Había asistido a bailes en las embajadas y dejado su rastro en una hoja de helecho
                                                                                    de los vestidos de raso blanco
Se había erguido terrible en la proa de los navíos y los navíos
                                                                                                            no habían vuelto
Ahora agazapado en la chimenea acechaba el despertar de la espuma
                                                                                                        y el canto de las marmitas
Su paso resonante había turbado el silencio de las noches en las calles
                                                                                                            de adoquines sonoros
Carbón sonoro carbón amo del sueño carbón
Ah dime ¿dónde está la hermosa nadadora que tenía miedo del coral?
Pero precisamente la nadadora se ha vuelto a dormir
Y me quedo frente a frente con el fuego y me quedaré toda la noche para
                                                  interrogar al carbón con alas de tiniebla que insiste
                                                  en proyectar sobre mi camino monótono   la sombra
                                                  de su humareda y el reflejo terrible de sus brasas
Carbón sonoro   carbón despiadado   carbón.

De"Corps et Biens"
Versión de Aldo Pellegrini



 

Infinitivo

Ahí morir oh bella pavesa ahí morir
ver las nubes fundirse como la nieve y el eco
principios del sol y del blanco pobres como Job
no morir aún y ver durar la sombra
nacer con el fuego y no morir
apretar y abrazar amor fugaz el cielo opaco
ganar las alturas abandonar el borde
y quien sepa descubrir lo que amo
omita transmitir mi nombre a través de los años
reír en horas tormentosas dormir al pie de un pino
gracias a las estrellas iguales a una cifra
y morir de lo que amo al borde de las llamas.

Versión de Jorge Fernández

 

 

La furtiva

La furtiva se sienta en el pasto crecido
para descansar de un recorrido agotador
a través de un campo desierto.
Perseguida, acosada, espiada, denunciada, vendida,
fuera de toda ley, de todo alcance.
A la misma hora en que se ponen las cartas sobre la mesa
y un hombre dice a otro:
«Hasta mañana».
Pero mañana estará muerto o se habrá ido lejos.
En la hora en que tiemblan las cortinas blancas en la noche profunda,
cuando el lecho trastornado de las montañas
abierto ante su invitada desaparecida
espera a algún gigante de más allá del horizonte,
la furtiva se sienta, se duerme la furtiva.
No hagan ruido, dejen descansar a la furtiva
en una esquina de esta página.

Teman que se despierte,
más enloquecida que un pájaro que se golpea contra los muros.
Teman que muera en su casa,
teman que pulverice todas las ventanas rotas,
teman que se esconda en un ángulo oscuro,
teman despertar a la furtiva dormida.

Versión de Jorge Fernández

 

 

La idea fija

Te traigo una pequeña alga que se revolvía
en la espuma del mar, y este peine.
Pero tus cabellos están mejor trenzados
que las nubes con el viento con los rubores celestes
y están de tal manera estremecidos de vida y de sollozos
que al retorcerse a veces entre mis manos
mueren junto a las olas y los arrecifes de la orilla
con tanta abundancia que hará falta mucho tiempo
para ya no esperar los perfumes y su huida
con la noche durante la que este peine marca sin moverse
las estrellas sepultadas en su rápido y sedoso curso
atravesado por mis dedos que solicitan aún a su raíz
la caricia húmeda de un mar más peligroso
que aquél donde esta alga fue recogida
entre la espuma dispersa de una tempestad.

Una estrella que muere se parece a tus labios
que azulean como el vino derramado sobre el mantel
Transcurre un instante con hondura de mina
La antracita se queja sordamente
y cae en copos sobre la ciudad
Hace frío en el callejón sin salida donde te conocí
Un número olvidado en una casa en ruinas
creo que el número 4
Te reencontraré dentro de pocos días
cerca de esa maceta de flores estrelladas
Las minas roncan sordamente
Los techos están cubiertos de antracita

Este peine en tus cabellos parece el fin del mundo
El humo el ave ancestral y al arrendajo
allá se acabaron las rosas y las esmeraldas
las piedras preciosas y las flores
La tierra se desmorona y se estrella
con el ruido de una plancha sobre el nácar
pero tus cabellos tan bien trenzados
tienen la forma de una mano

Versión de Jorge Fernández

 



 

La voz

Tan semejante a la flor y a la corriente de aire
al curso del agua a las sombras pasajeras
a la sonrisa vislumbrada aquella famosa noche a medianoche
tan semejante a toda la felicidad y a la tristeza
es la medianoche pasada alzando su torso desnudo por encima de las torres
                                                                                                                              y de los álamos
llamo a mí a los perdidos en los campos
los viejos cadáveres los viejos robles talados
los jirones de tela pudriéndose sobre la tierra y la ropa secándose
                                                                                      a los alrededores de las granjas
llamo a mí a los tornados y a los huracanes
las tempestades los tifones los ciclones
los maremotos
los temblores de tierra
llamo a mí al humo de los volcanes y al de los cigarrillos
a los círculos de humo de los puros de lujo
llamo a mí a los amores y los enamorados
llamo a mí a los vivientes y a los muertos
llamo a mí a los sepultureros llamo a los asesinos
llamo a los verdugos llamo a los pilotos los albañiles los arquitectos
                                                                                                                               a los asesinos
llamo a la carne
llamo a la que amo
llamo a la que amo
llamo a la que amo
la medianoche triunfante despliega sus alas de satén y se posa sobre mi lecho
las torres y los álamos se pliegan a mi deseo
aquellos se derrumban aquellos se desploman
los perdidos en el campo se reencuentran al encontrarme
los viejos cadáveres resucitan por mi voz
los jóvenes robles talados se cubren de verdor
los viejos jirones de tela pudriéndose en la tierra y sobre la tierra crujen
                                                                          por mi voz como el estandarte de la revuelta
la ropa secándose en los alrededores de la granja viste adorables mujeres
                                                                                                                                           que no adoro
que vienen a mí
obedecen a mi voz y me adoran
los tornados giran en mi boca
los huracanes enrojecen si pueden mis labios
las tempestades rugen a mis pies
los tifones si es posible me despeinan
recibo los besos de embriaguez de los ciclones
los maremotos vienen a morir a mis pies
los temblores de tierra no me estremecen pero hacen que todo se desplome
                                                                                                                                     a una orden mía
el humo de los volcanes me viste con sus vapores
y el de los cigarrillos me perfuma
y los círculos de humo de los puros me coronan
los amores y el amor tan largo tiempo perseguidos se refugian en mí
los enamorados escuchan mi voz
los vivientes y los muertos se someten y me saludan
los primeros con frialdad los segundos con familiaridad
los sepultureros abandonan las tumbas apenas cavadas y declaran que sólo yo
                                                                                                    puedo mandar los nocturnos trabajos
los asesinos me saludan
los verdugos invocan la revolución
invocan mi voz
invocan mi nombre
los pilotos se guían por mis ojos
los albañiles sienten vértigo al escucharme
los arquitectos parten hacia el desierto
los asesinos me bendicen
la carne palpita a mi llamado

la que amo no me escucha
la que amo no me entiende
la que amo no me responde

Versión de Rubén Fuentemayor

 

 

Los espacios del sueño

En la noche están naturalmente las siete maravillas del mundo y la grandeza
                                                                                                                          y lo trágico y el encanto.
Los bosques se tropiezan confusamente con las criaturas legendarias
                                                                                                         escondidas en los matorrales.
Estás tú.
En la noche están los pasos del paseante y los del asesino y los del guardia urbano
                                                                                                  y la luz del farol y la linterna del trapero.
Estás tú.
En la noche pasan los trenes y los barcos y el espejismo de los países donde es de día.
Los últimos alientos del crepúsculo y los primeros estremecimientos del alba.
Estás tú.
Un aire de piano, el estallido de una voz.
Un portazo. Un reloj.
Y no solamente los seres y las cosas y los ruidos materiales.
Sino también yo que me persigo o sin cesar me adelanto.
Estás tú la inmolada, tú la que espero.
A veces extrañas figuras nacen el momento del sueño y desaparecen.
Cuando cierro los ojos, las floraciones fosforescentes aparecen y se marchitan
                                                                                        y renacen como fuego de artificios carnosos.
Países desconocidos que recorro en compañía de criaturas.
Estás tú sin duda, oh bella y discreta espía.
Y el alma palpable de la extensión.
Y los perfumes del cielo y de las estrellas y el canto del gallo de hace 2000 años
                                                                   y el grito del pavo real en los parques en llamas y besos.
Manos que se aprietan siniestramente en una luz descolorida y ejes que chirrían
                                                                                                                  sobre los caminos de espanto.
Estás tú sin duda a quien no conozco, a quien conozco al contrario.
Pero que, presente en mis sueños, te obstinas en dejarte adivinar en ellos sin aparecer.
Tú que permaneces inasible en la realidad y en el sueño.
Tú que me perteneces por mi voluntad de poseerte en ilusión pero que no acercas tu rostro
sino cuando mis ojos se cierran tanto al sueño como a la realidad.
Tú que en despecho de una retórica fácil donde la ola muere en la playa,
donde la corneja vuela entre las fábricas en ruinas, donde la madera se pudre crujiendo bajo un sol de plomo.
Tú que estás en la base de mis sueños y que sacudes mi alma llena de metamorfosis
                                                                                               y que me dejas tu guante cuando beso tu mano.
En la noche están las estrellas y el movimiento tenebroso del mar, de los ríos, de los bosques,
de las ciudades, de las hierbas, de los pulmones de millones y millones de seres.
En la noche están las maravillas del mundo.
En la noche no están los ángeles guardianes, pero está el sueño.
En la noche estás tú.
En el día también.

 

 

Los grandes días del poeta

Los discípulos de la luz sólo inventaron tinieblas apenas opacas.
El río arrastra un diminuto cuerpo de mujer lo que es indicio
                                                                                           de un final próximo.
La viuda vestida con ropas nupciales se equivoca de séquito.
Todos llegaremos con atraso a nuestras tumbas.
Un navío de carne encalla en una playa pequeña. El timonel
                                                                   invita a los pasajeros a callarse.
Las olas esperan impacientes. ¡Más Cerca de Ti oh Dios mío!
El timonel invita a las olas a hablar. Éstas hablan.
La noche ocluye sus frascos con estrellas y hace fortuna con
                                                                                                   la exportación.
Se construyen grandes tableros para vender ruiseñores. Pero
                                   no pueden satisfacer los deseos de la Reina de
                                   Siberia que quiere un ruiseñor blanco.
Un comodoro inglés jura que no lo sorprenderán más  recolectando
                             salvia de noche entre los pies de las estatuas de sal.
A propósito de esto una pequeña salera con Cerebos se endereza
                                        con dificultad sobre sus delgadas piernas.
Y derrama en mi plato todo lo que me queda por vivir.
Lo bastante para salar el océano Pacífico.
Pondréis en mi tumba un salvavidas.
Porque uno nunca sabe.
                                         C'est les bottes de sept lieues
                                          cette phrase  "Je me vois"

Versión de Aldo Pellegrini                         
 

 

Morir ahí hermosa pavesa...      (otra versión)

Morir ahí hermosa pavesa, morir ahí,
ver las nubes fundirse como la nieve y el eco,
orígenes del sol y del blanco pobres como Job,
no morir aún y ver durar la sombra,
nacer con el fuego y no morir,
abrazar y besar, amor fugaz, el cielo sin brillo,
ganar las alturas, abandonar la orilla
y quién sabe descubrir lo que amo
omitir transmitir mi nombre a los años,
reír en las horas tormentosas, dormir al pie de un pino
gracias a las estrellas semejantes a un número
y morir lo que amo a orillas de las llamas.

Versión de Claire Deloupy

 


 

Poema

Desnúdate
báñate en esta agua negra
nada puedes temer
tú lo has hecho ya
el cuerpo humano impermeable no se empapa
              como una esponja
el Sol secará el barro
que caerá hecho polvo
ve
la Tierra es vasta y así tu corazón
que a fin de cuentas hechas y bien hechas
no contiene aún ningún error
y jamás ha contenido lodo.

Versión de Hernán Valdés

 

 

Tanto soñé contigo...        "A la mystérieuse"    (otra versión)

Tanto soñé contigo que pierdes tu realidad.
¿Todavía hay tiempo para alcanzar ese cuerpo vivo y besar
                              sobre esa boca el nacimiento de la voz que quiero?
Tanto soñé contigo que mis brazos habituados a cruzarse sobre
                              mi pecho cuando abrazan tu sombra, quizá ya no podrían
                              adaptarse al contorno de tu cuerpo.
Y frente a la existencia real de aquello que me obsesiona y
                              me gobierna   desde    hace    días   y    años, seguramente me
                              transformaré en sombra.
Oh balances sentimentales.
Tanto soñé contigo que seguramente ya no podré despertar.
                             Duermo de pie, con mi cuerpo que se ofrece a todas las
                             apariencias de la vida y del amor y tú, la única que cuenta
                             ahora para mí, más difícil me resultará tocar tu frente
                             y tus labios que   los   primeros   labios    y  la    primera  frente
                             que   encuentre.
Tanto soñé contigo, tanto caminé, hablé, me tendí al lado de
                             tu fantasma que ya no me resta sino ser fantasma entre
                             los fantasmas, y cien veces más sombra que la s0mbra que
                             siempre pasea alegremente por el cuadrante solar de tu vida.

De "Corps et Biens"
Versión de Aldo Pellegrini

 

 

 Último poema

Tanto soñé contigo,
Caminé tanto, hablé tanto,
Tanto amé tu sombra,
Que ya nada me queda de ti.
Sólo me queda ser la sombra entre las sombras
ser cien veces más sombra que la sombra
ser la sombra que retornará y retornará siempre
en tu vida llena de sol.

                                              Domaine Public 

Versión de Aldo Pellegrini                                      


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