¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
-Poesía... eres tú..."

Gustavo Adolfo Bécquer

"A Favourite Custom"

Sir Lawrence Alma Tadema





En esta página encontrarás un poema por cada autor mencionado en el índice.
A medida que seleccionemos más de un título, los poetas tendrán su propio vínculo.




 


Índice


A María Kempelfeldt
Héctor P. Blomberg  ( Argentina, 1890 - 1955 )  

A solas
Ismael Enrique Arciniegas  ( Colombia, 1865 - 1937 )

Al alba
Ernst Richard Stadler   ( Alemania )

Al perderte yo a ti
Ernesto Cardenal   ( Nicaragua, 1925 )

Alrededores de la luz
Eloy Sánchez Rosillo         ( España, 1948 )          

Amor callado
Miguel A. Peguero ( R. Dominicana, 1903 - 1864 )

Ausente
Carlos Pendez   ( Chile )

Blanca taciturna
Fernando Charry Lara   ( Colombia, 1920 )

Buscabas una flor
Edith Södergrand   ( Suecia )

Canción de amor para tiempos difíciles         
María Elena Cruz Varela   ( Cuba, 1953 )

Canciones de ausencia 
Piedad Bonnett Vélez   ( Colombia, 1957 )

Declaración de amor
Helcías Martán Góngora  ( Colombia, 1920 - 1984 )   

El alma en los labios
Medardo Angel Silva   ( Ecuador, 1899 - 1920 )            

El amor custodio
Octavio Novaro   ( México )

Ella
Abel Marín    ( Colombia,   1938 -  1982 )

En cada corazón arde una llama              
Juan de Dios Peza   ( México  1852 - 1910 )

Esa puerta
Paloma Palao    ( España, 1944 - 1986 )             

Fueron tus manos tercas
Luz María Jiménez Faro   ( España )

Guitarra
Rafael Duarte       ( España, 1948 )             

Historia de tu ausencia     
Armando Tejada Gómez  ( Argentina, 1929 - 1992 )

Ilusión enternecida
Raoul de Font-Aux-Pins     ( México )

Itinerario simple de su ausencia            
Isaac Felipe Azofeifa    ( Costa Rica, 1909 - 1997 )

Junio
José Infante    ( España, 1946 )               

La amada indefinible                                              
Jorge Montoya Toro     ( Colombia, 1921 - 1990 )

LA DOBLE IMAGEN
Horacio Armani     ( Argentina, 1925 )

La felicidad
Lorenzo Pedrero        ( España, 1943 )                       

La noche de una mujer desconocida
Pablo Antonio Cuadra   ( Nicaragua, 1912 )

Madrugada en el ciclo de aries
Alberto Martín Méndez         (España, 1963 )           

Nada es mayor
Arturo Camacho R.    ( Colombia, 1910 - 1983 )

No moriré del todo...
Rodolfo Tallon ( Argentina, 1901 - 1976 )      

Nunca
Sara Huber    ( Chile, 1963 )

Oficio de tinta
Miguel Sánchez Gatell         ( España, 1965 )                                  

Para vivir no quiero
Pedro Salinas      ( España, 1891 - 1951 )

¿Pensamientos?
Pedro Antonio Urbina          ( España, 1936 )       

Por un poco de amor                               
José Larralde      ( Uruguay )   

Postal
Federico Rivas Frade   ( Colombia )

Quisiera abrir mis venas...                              
Sara de Ibáñez    ( Uruguay, 1910 - 1971 )

Rapsodia
Alberto Vanasco  ( Argentina, 1925 )      

Razón de amor
Leopoldo Alas   ( España )

Recuerdo el día aquel...               
Marcelo Urioste       ( Bolivia )

Rompimiento
Clemente Palma    ( Perú, 1872 - 1946)       

Ruptura
Jaime Torres   ( México )

Se me han ido las horas...             
Margarita Mondragón      ( México )

Seremos tristes
Rafael Maya   ( Colombia, 1897 - 1980 )

Soledad compartida
José Antonio Moreno Jurado   ( España, 1946 )  

Tan tuyo como mío
Jacinto López Gorge     ( España, 1925 )          

Trazo incompleto 
Carmen Toscano     ( México, 1922 )             

Tristeza del recuerdo
Luis Cernuda   ( España, 1902 - 1963 )

Viento de ayer
Torcuato Luca De Tena   ( España, 1923 )

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A María Kempelfeldt

¿Quién eras, oh María, misteriosa María
la dueña de este libro que he encontrado al partir?
En la primera página, en alemán, decía
con letra temblorosa: "Te quiero hasta morir".

Dulce María Kempelfeldt, aquí, en este navío
que te llevaba lejos, ¿soñaste como yo?
¿tu corazón sangraba nostalgias, como el mío?
¿tampoco tu quimera de amor se realizó?

"Ich liebe die, María..." ¿En qué brumoso puerto,
en qué tierra lejana dejaste el corazón
que gimió en estas páginas, en este libro abierto
y olvidado en un barco, su ensueño y su pasión?

"Ich liebe die", María. Yo guardo el libro, y leo
el verso que ha veinte años escribió en alemán
un hombre que te amaba, y en mis ensueños veo
tu rostro rubio y triste...Y los barcos se van....

HÉCTOR P. BLOMBERG ( Argentina, 1890 - 1955 )


 

A solas

Quieres que hablemos?...   Esta bien...  Empieza.
Habla a mi corazón como otros días...
¿Pero no!... qué dirías?
¿Qué podrías decir a mi tristeza?

...No intentes disculparte: todo es vano!
Ya murieron las rosas en el huerto;
el campo verde lo secó el verano,
y mi fe en ti, como mi amor, ha muerto.

Amor arrepentido,
ave que quieres regresar al nido
al través de la escarcha y las neblinas;
amor que vienes aterido y yerto,
donde fuiste feliz...   ya todo ha muerto!
No vuelvas...  ¡Todo lo hallarás en ruinas!

¿A qué has venido?  ¿Para qué volviste?
¿Qué buscas?...   Nadie habrá de responderte!
Está sola mi alma, y estoy triste,
inmensamente triste hasta la muerte.

Todas las ilusiones que te amaron,
las que quisieron compartir tu suerte,
mucho tiempo en la sombra te esperaron,
y se fueron...   cansadas de no verte.

Cuando por vez primera
en mi camino te encontré, reía
en los campos la alegre primavera...
todo era luz, aromas y armonía.

Hoy todo cuán distinto!...   Paso a paso,
y solo voy por la desierta vía,
-nave sin rumbo entre revueltas olas-
pensando en las tristezas del Ocaso
y en las tristezas de las almas solas.
 
En torno la mirada no columbra
sino aspereza y páramos sombríos;
los nidos en la nieve están vacíos,
y la estrella que amamos, ya no alumbra
el azul de tus sueños y los míos.
 
Partiste para ignota lontananza
cuando empezaba a descender la sombra.
...Recuerdas?   Te llamaba mi esperanza,
¡pero ya mi esperanza no te nombra!

No ha de nombrarte!... Para qué? Vacía
está el ara  y la historia yace trunca.
¡Ya para qué esperar que irradie el día!
¡Ya para qué decirnos: TODAVÍA,
si una voz grita en nuestras almas: NUNCA!

...................................................................

Dices que eres la misma; que en tu pecho
la dulce llama de otros tiempos arde;
que el nido del amor no está deshecho;
que para amarnos otra vez no es tarde...
 
Te engañas!...  No lo creas!...   ya la duda
echó en mi corazón fuertes raíces,
ya la fe de otros tiempos no me escuda;
quedó de sueños mi ilusión desnuda,
y no puedo creer lo que me dices.

No lo puedo creer!...  Mi fe burlada
mi fe en tu amor perdida,
es ancla de una nave destrozada,
ancla en el fondo de la mar caída...

.....................................................................
 
Anhelos de un amor,  castos,  risueños,
ya nunca volverán... Se van...   se esconden.
Los llamas?...  Es inútil...   No responden...
¡Ya los cubre el sudario de mis sueños!

Hace tiempo se fue la primavera...
¡Llegó el invierno fúnebre y sombrío!
Ave fue nuestro amor, ave viajera,
¡y las aves se van cuando hace frío!
 
ISMAEL E. ARCINIEGAS   ( Colombia, 1865 - 1937 )

 

 

Al alba

La silueta del cuerpo está oscura
ante la turbia luz de las persianas.
Acostado, siento tu rostro vuelto hacia mí
como una imagen de la eucaristía.
Cuando te desprendiste de mis brazos, tu susurrar
"ya debo irme", sólo alcanzó los más lejanos
portales de mi sueño.
Ahora veo tu mano como a través de un velo,
cómo ligeramente
pasa la blusa blanca por los pechos.
Las medias, ahora,  después la falda,
el pelo recogido.
Ya eres otra mujer, una extraña
ataviada para el mundo y el día.
Entreabro la puerta. Te beso. Te devuelves,
mientras avanzas, un adiós. Y te alejas.
Acostado de nuevo
oigo cómo se pierde tu pisada suave
por el hondo caracol de la escalera.
Vuelvo a estar encerrado
en el aroma de tu cuerpo, que
brotando de las sábanas,
cálidamente invade mis sentidos.
Amanece aún más. Las cortinas ondulan.
Un viento joven y un sol temprano
quieren penetrar.
Se levantan los ruidos. Música del amanecer.
Me duermo suavemente
arrullado por sueños matutinos.

ERNST RICHARD STADLER     ( Alemania )

 

Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido...

Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido:
yo, porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti,
pero a ti no te amarán como te amaba yo.

ERNESTO CARDENAL    ( Nicaragua, 1925 )

 


Alrededores de la luz

Casi sin ver la realidad del día
ni la certeza de su claridad
ando en busca de ti, de los vestigios
de unos años, de un mar , de unos lugares.

Porque la sombra avanza y los astros escriben
sus órdenes fatales en mi frente,
y es triste a solas proseguir la angustia
de los caminos que iniciamos juntos.

Pensar un cuerpo es inventar la noche
de las islas perdidas, el fulgor
olvidado en los brazos de la hierba.
Es difícil ahondar en el silencio,
llenar de amor el hueco que el instante
abre en el grito con que te pronuncio.

No escucho la presencia de tus pasos
vigilando la herida de los versos escritos,
ni el temblor desolado de la tarde
deja en mi voz el poso transparente
de lo que ardió y se fue y es ya elegía.

Seguir es regresar, volver al borde
del lecho aquel, de la blancura en llamas.
La soledad me dicta letras anochecidas
y las horas se duermen en el pulso del tiempo.

Vuelve a llamarme. Esparce tus designios
en las proximidades de otra hoguera.
Se acabará el sonido del invierno,
la mirada extendida, la sed de las palabras.
El deseo que recuerda el color de unos ojos
descansará en la tierra que conoce.
Las calles arderán a mediodia
y cantará la luz entre mis manos.

De "Maneras de estar solo"

ELOY SÁNCHEZ ROSILLO      ( España, 1948 )

 

 

Amor callado

Amor callado, que jamás se queja;
amor que, en la discreta madrugada,
sólo acierta a poner, junto a tu reja,
la ilusión de una estrofa perfumada.

Amor de un alma taciturna y vieja;
amor que es como música olvidada,
que tiene azul resignación de oveja,
que lo da todo y que no pide nada.

Amor es eso, amar como te amo,
sin medir tu desdén, sin que un reclamo
haga que el alma de esperanza estalle.

Amor sin arrebatos y sin ruido,
que espera que tu hogar esté dormido
para pasar entonces por tu calle.

MIGUEL A. PEGUERO ( R. Dominicana, 1903 - 1864 )

 

 

Ausente

Te presentí venir desde la ausencia,
que no fue soledad ni lejanía.
Era tanta esperanza tu presencia
que, sin quererte, te llamaba mía.

Torbellino de amor, mi adolescencia.
Mi otoño, el huracán de travesía.
Y siempre, en amorosa transparencia,
nostalgia de este amor que no venía.

Ahora estás. Y angustia de mi oído
es la ansiada palabra que no dices
y que ya el corazón ha recogido.

Vuelvo hacia ti mi soledad sufriente,
y ante tus ojos hondos y felices
siento que estás, en mi presencia, ausente.

CARLOS PENDEZ   ( Chile )
 

 

Blanca taciturna

Qué día de silencio enamorado
vive en mi gesto vago y en mi frente.
Qué día de nostalgia suavemente
solloza amor al corazón cansado.

Alta, dulce, distante, se ha callado
tu nombre en mi voz fiel, pero presente
su turbia luz mi soledad lo siente
en todo lo que existe y ha soñado.

En la tarde vagando, voluptuoso
de horizontes sin fin, la lejanía
me envuelve en tu recuerdo silencioso.

Claros cabellos, cuerpo, ojos lejanos,
pálidos hombros. Oh, si en este día
tuviera yo tu mano entre mis manos.

FERNANDO CHARRY LARA    ( Colombia, 1920 )

 

Buscabas una flor

Buscabas una flor
y hallaste un fruto.
Buscabas una fuente
y hallaste un mar.
Buscabas una mujer
y hallaste un alma.
¡Estás desencantado!

EDITH SÖDERGRAN    ( Suecia )

 

 

Canción de amor para tiempos dífíciles

Difícil escribir te quiero con locura.
Hasta la misma médula. ¿Qué será de mis manos
si les roban la magia sonora de tu cuerpo?
Difícil. Muy difícil un poema de amor en estos tiempos.
Resulta que tú estás. Feroz en tu evidencia.
Resulta que yo estoy. Contrahecha. Acechante.
Y resulta que estamos.
La ley de gravedad no nos perdona.
Difícil es decir te quiero en estos tiempos.
Te quiero con urgencia.
Quiero hacer un aparte. Sin dudas y sin trampas.
Para decir te quiero. Así. Sencillamente.
Y que tu amor me salva del aullido nocturno
cuando loba demente la fiebre me arrebata.
No quiero que me duela la falta de ternura.
Pero amor. Qué difícil escribir que te quiero. Así.
Entre tanto gris. Tanta corcova junta.
Cómo puedo aspirar la transparencia.
Retomar esta voz tan desgastada.
Esta costumbre antigua para decir te quiero.
Así. Sencillamente. Antiguamente. Digo.
Si todo es tan difícil. Si duele tanto todo.

Si un hombre. Y otro hombre. Y luego otro. Y otro.
Destrozan los espacios donde el amor se guarda.
Si no fuera difícil. Difícil y tremendo.
Si no fuera imposible olvidar esta rabia.
Mi reloj. Su tic-tac. La ruta hacia el cadalso.
Mi sentencia ridícula con esta cuerda falsa.
Si no fuera difícil. Difícil y tremendo.
Plasmaría este verso con su cadencia cursi.
Si fuera así de simple escribir que te quiero.

MARIA ELENA CRUZ VARELA   ( Cuba, 1953 )

 

 

Canciones de ausencia

Aquí dijiste:
"Son hermosos
los ojos húmedos de los caballos".
Aquí: " Me encanta el viento".
Desando yo tus pasos, revivo las palabras.
Y te amo en la baldosa que pisaste,
en la mesa de pino
que aún guarda la caricia de tu mano,
en el estropeado cigarrillo
olvidado en el fondo de mi bolso.
Recorro cada calle que anduviste
y sé
que amaste este abedul y esta ventana.
Aquí dijiste:
"Así soy yo,
como esa música
triste y alegre a un mismo tiempo".
Y te amo
en el olor que tiene mi cuerpo de tu cuerpo,
en la feliz canción
que vuelve y vuelve y vuelve a mi tristeza.
En el día aterido
que tú estás respirando no sé donde.
En el polvo, en el aire,
en esa nube
que tú no mirarás,
en mi mirada
que te calcó y fijó en mi más triste fondo,
en tus besos sellados en mis labios,
y en mis manos vacías,
pues eres hoy vacío
y en el vacío te amo.

PIEDAD BONNETT VELEZ    ( Colombia )

 

 

Declaración de amor

Las algas marineras y los peces,
testigos son de que escribí en la arena
tu bienamado nombre muchas veces.

Testigos, las palmeras litorales,
porque en sus verdes troncos melodiosos
grabó mi amor tus claras iniciales.

Testigos son la luna y los luceros
que me enseñaron a esculpir tu nombre
sobre la proa azul de los veleros.

Sabe mi amor la página de altura
de la gaviota en cuyas grises alas
definí con suspiros tu hermosura.

Y los cielos del sur que fueron míos.
Y las islas del sur donde a buscarte
arribaba mi voz en los navíos.

Y la diestra fatal del vendaval.
Y todas las criaturas del Océano.
Y el paisaje total del litoral.

Tú sola entre la mar, niña a quien llamo:
ola para el naufragio de mis besos,
puerto de amor, no sabes que te amo.

¡Para que tú lo sepas, yo lo digo
y pongo al mar inmenso por testigo!

HELCÍAS MARTAN G.   ( Colombia, 1920 - 1984 )

 

 

El alma en los labios

Cuando de nuestro amor la llama apasionada
dentro de tu pecho amante contemples extinguida,
ya que sólo por ti la vida me es amada,
el día en que me faltes, me arrancaré la vida.

Porque mi pensamiento, lleno de tu cariño,
que en una hora feliz me hiciera esclavo tuyo,
lejos de tus pupilas es triste como un niño
que se duerme, soñando en tu acento de arrullo.

Para envolverte en besos quisiera ser el viento
y quisiera ser todo lo que tu mano toca;
ser tu sonrisa, ser hasta tu mismo aliento
para poder estar más cerca de tu boca.

Vivo de tu palabra y eternamente espero
llamarte mía como quien espera un tesoro.
Lejos de ti comprendo lo mucho que te quiero
y, besando tus cartas, ingenuamente lloro.

Perdona que no tenga palabras con que pueda
decirte la inefable pasión que me devora;
para expresar mi amor solamente me queda
rasgarme el pecho, amada, y en tus manos de seda
¡dejar mi palpitante corazón que te adora!

MEDARDO ANGEL SILVA    ( Ecuador, 1899 - 1920)

 

 

El amor custodio

¿Qué haré con mi felicidad? ¿Dónde ponerla?
Si en la copa de un árbol, la pican los jilgueros;
si en la tierra, las larvas llegarán a roerla.
¿Qué haré con mi felicidad? ¿Dónde ocultarla?
Encima de las nubes la verán los luceros,
dentro del mar los peces querrán acariciarla.
Es tan débil, tan blanda, que la hiere aún el viento,
tan tímida, que el paso de la luz la sonroja,
tan pulida y tan limpia que la empaña mi aliento.
Si la envuelvo en camelias sufrirá de aspereza,
si la dejo desnuda un rumor la deshoja.
¡Tan aérea, tan frágil su dormida cabeza!
La estrecharé en mi pecho como a un hijo ciego,
alfombraré mi carne de fantásticas nubes,
perfumaré mis brazos de nardos y de espliego,
la dormirán con himnos dulcísimos querubes...
¡Y el amor la defienda con su espada de fuego!

OCTAVIO NOVARO    ( México )

 

Ella

Si me fuera tu vida indiferente;
si yo te amara menos y tú más;
si corazón y sangre y alma y mente
latieran con un ritmo y un compás;

Si fuéramos dos almas paralelas
para volar, cantar, soñar y amar;
dos gaviotas errantes y gemelas
hijas del cielo azul y la ancha mar;

mas somos dos quejosos manantiales
que sueñan entre espinos y jarales
sediento uno del otro y nada más,

oyendo, bajo tálamo de frondas,
tu sollozar mis ondas, yo tus ondas
¡ay! sin podernos confundir jamás.

ABEL MARÍN   ( Colombia )

 

 

En cada corazón arde una llama...

En cada corazón arde una llama,
si aún vive la ilusión y amor impera,
pero en mi corazón desde que te ama
sin que viva ilusión, arde una hoguera.

Oye esta confesión; te amo con miedo,
con el miedo del alma a tu hermosura,
y te traigo a mis sueños y no puedo
llevarte más allá de mi amargura.

¿Sabes lo que es vivir como yo vivo?
¿Sabes lo que es llorar sin fe ni calma?
¿Mientras se muere el corazón cautivo
y en la cruz del dolor expira el alma?

Eres al corazón lo que a las ruinas
son los rayos del sol esplendoroso,
donde el reptil se arropa en las esquinas
y se avergüenza el sol del ser hermoso.

Nunca podrás amarme aunque yo quiera,
porque lo exige así mi suerte impía,
y si esa misma suerte nos uniera
tú fueras desgraciada por ser mía.

Deja que te contemple y que te adore,
y que escuche tu voz y que te admire,
aunque al decirte adiós, con risas llore,
y al volvernos a ver llore y suspire.

Yo no quiero enlazar a mi destino
tu dulce juventud de horas tranquilas,
ni he de dar otro sol a mi camino
que los soles que guardan tus pupilas.

Enternézcame siempre tu belleza
aunque no me des nunca tus amores,
y no adornes con flores tu cabeza
pues me encelan los besos de las flores.

Siempre rubios, finísimos y bellos,
madejas de oro, en céltica guirnalda,
caigan flotando libres tus cabellos,
como un manto de reina por tu espalda.

Es cielo azul el que mi amor desea,
la flor que más me encanta es siempre hermosa,
que en tu talle gentil yo siempre vea
tu veste tropical de azul y rosa.

Mírame con tus ojos adormidos,
sonriéndote graciosa y dulcemente,
y avergüenza y maldice a mis sentidos
mostrándome el rubor sobre tu frente.

¿Yo nunca seré tuyo? ¡ay! ese día,
oscureciera al sol duelo profundo;
mas para ser feliz sobre este mundo
bástame amarte sin llamarte mía.

JUAN DE DIOS PEZA     ( México, 1852 - 1910 )

 

 


Esa puerta

Esa puerta de mármol, esa losa
que cae sobre mi alma
si ando, donde me voy dejando
nudillos, nudos, manos...
He de tirarla abajo.
Esa madera joven, en la que me he
clavado, con ranuras
estrechas, con bisagras gigantes,
que envuelta de recuerdos
me sale siempre al paso...
He de tirarla abajo.
Esa puerta que llama cuando sigo
adelante, esa puerta que avanza
cuando yo me he parado. Esa puerta
que escucha cuando yo estoy
llamando...
Esa puerta -que es mía-
he de tirarla abajo.

De "El gato junto al agua"

PALOMA PALAO       ( España, 1944 - 1986 )

 

Fueron tus manos tercas...

Fueron tus manos tercas y
desnudas
las que me deshojaron.
Yo fui la eterna margarita
del sí y del no:
pétalo a pétalo
talada en tu cintura.
Toda ya cicatriz
abierta hacia la lluvia.

LUZ MARIA JIMÉNEZ FARO    ( España )

 

 


Guitarra

Esa cadera y codo en catarata.
Esa pelvis de aire y de madera,
su luna de brocal o de pulsera.
Su femenina indefensión de cata.

Un caracol de dedos le dilata
su jungla lineal de cabellera.
Y el bordón es un pájaro que espera
unos tallos de viento y hojalata.

Rasgada entre los bucles del fandango,
subiendo un chamariz de seguiriya
o muerta en abandono por el tango.

Sajada en espirales de boleros,
nudo rizado, música que anilla
pulsos entusiasmados de jilgueros.

De "Los viejos mitos del asombro"

RAFAEL DUARTE             ( España, 1948 )

 

 

Historia de tu ausencia

Si ahora digo amor tal vez no diga
que la ausencia me mira del fondo de tus ojos,
que aquí estuvimos juntos, que fue hermoso
y que el sol conocía tu perfil de memoria.
Tal vez sea imposible que alguien sepa lo claro,
la luz que fue llevarte de la mano pequeña
como a un tallo mecido por un viento de música
hacia los territorios donde aguarda el silencio.

Y ya que estás distante,
qué pensarán los árboles
qué dirán las canciones,
cómo verá la noche mi soledad de río;
dónde pondrán su ronda los niños de la tarde,
adónde irán los pájaros sin tu risa y mi silbo
y la calle tan sola con sus puertas inútiles
y las sombras sin besos
y los perros perdidos;
ahora que la ausencia me interrumpe la boca,
ahora que me esperas tan allá de los niños.

Se nos ha muerto el año.
Yo le veo el invierno
hecho de un sólo frío,
de un solo tajo solo
a la mitad de agosto,
de una dura distancia...
larga, definitiva.
Porque de pronto sobran los barcos,
los andenes
y de pronto este rumbo ya no tiene sentido
como si nadie fuera hacia ninguna parte
o alguien hubiera muerto a mitad de camino.

Alguien.
Mi voz. Tu pelo. Las cosas que no dije.
La flor de tu vestido.
Se nos ha muerto el año donde dejé tu nombre
para que recobrara su condición de estío.

Ya no sé,
nunca entiendo estas precarias sílabas,
cosas que no recuerdo de pronto me dominan:
¿te dije que tenías la piel como de humo?
¿que de estarme en tus ojos me conozco el origen?
¿te he enseñado el misterio de los árboles solos?
¿sabes ya que tus manos son dos siestas dormidas?

No sé,
nunca recuerdo tanta distancia,
tanta canción que no he cantado
cuando anduvimos juntos.
Me dolería mucho no haberte dicho todo
lo que llevo en la boca casi como otra risa.

ARMANDO TEJADA GÓMEZ    ( Argentina, 1929-1992 )

 

 

                           Ilusión enternecida

¿Por qué tuve que amarte sin medida
si conquistar tu amor es imposible?
¿Por qué sufrir esta pasión terrible
sabiendo que la lucha está perdida?

No logra la ilusión enternecida
penetrar en tu alma inconmovible,
ni la emoción que brota incontenible
conmover tu ilusión adormecida.

Y aunque luchar sin término no arredra
al corazón que vibra emocionado
en la ilusión que crece como hiedra…

¡Cómo duele saber que ha fracasado
en conquistar tu corazón de piedra
mi pobre corazón enamorado!

RAOUL DE FONT-AUX-PINS      ( México )

 


 


Itinerario simple de tu ausencia
  
Hoy no has venido al parque.
Podría ponerme a recoger del suelo
la luz  desorientada y sin objeto
que ha caído en tu banco.
Para qué voy a hablar
si no está  tu silencio.
Para qué he de mirar sin tu mirada.
Y este reloj del corazón que espera
golpeando y doliendo.

Esta noche de luna, y tú, lejana.
Necesito a mi lado tus preguntas
y encontrarte en el aire vuelta brasa,
vuelta una llama dulce,
vuelta silencio y regazo,
vuelta noche y reposo, como cuando
guiábamos la luna nuestra hasta la casa.

Qué  manojo de rosas olvidadas.
Qué tibia pluma y mansa luz,
tu cuerpo como un árbol,
como un árbol gritando,
con tanto poro abierto, con tanta sangre
en olas dulces elevándose.
Oh, sagrado torrente del naufragio.
Cómo amaría perderme
y  encontrarte.

ISSAC FELIPE AZOFEIFA   ( Costa Rica, 1909 - 1997 )

 

 


Junio

Mas que amor lo que el verano trae es quimeras,
deseos que se confunden en las manos, afanes que la tarde
acaba diluyendo. El verano comienza en una ola
que rompe por sorpresa el sonido, luego espuma, sólo
espuma nos queda en los pies donde vaga la mirada
perdida.

El verano es un canto deshecho en las orillas,
sirenas sorprendidas, náyades, deidades dispuestas
al sacrificio, surgen de la más íntima dignidad de las aguas,
sirenas nuevamente suben las escotillas, el saxo se pregunta
por el trayecto del caza que en el cielo, no lejos, ilumina la playa
de pólvora y gemido. Luego la sangre viene a invadir los océanos,
acaba por abrir las playas al vacío y el hombre aquel, caído,
cencido por el tiempo, otra vez incorpora su fuerza
a las fuerzas que duermen en la arena. Un hombre cae
cada vez que el verano avanza por la orilla, un hombre
vencido a cada instante del odio de los elfos, delodio
en las esquinas expuesto.

Nace el verano y más que amor lo que llega
es la vida, otra vez resbalando desde nuestro costado donde heridas
profundas se han hecho laberintos, donde pueden venablos acudir.
Más que amor, el verano nos deja renovada la soledad que flota
como escarcha de fuego, ceniza para siempre
y desde siempre, en los labios.

De "Elegía y no"

JOSÉ INFANTE     ( España, 1946 )

 

 

La amada indefinible

No podría encontrar la verdadera
palabra que trazara tu figura.
Y a veces le pregunto a mi amargura:
¿Cómo era, Dios mío, cómo era?

¿Era un ángel que vino en primavera
en forma de azucena que perdura?
¿Un poco de candor entre la impura
materia terrenal, perecedera?

Mas por mucho que quiero, no defino
su encanto inmaterial, ese secreto
que encierra su mirar esmeraldino:

Y la llamo Azucena, Estrella, Rosa,
sin que en ningún vocablo halle completo
el perfume de su alma misteriosa.

JORGE MONTOYA TORO     ( Colombia, 1921 - 1990 )

 

 

La doble imagen

Cuando me iba pensé en ti:
en la mirada de tu ojo triste
y en el temblor de tu ojo alegre;
porque cada pupila es la mitad de tu alma
y tu alma llora y ríe alternativamente
y nos dice que sí, que no, que sí,
y para cada instante tiene
una lágrima dulce y una lágrima amarga.

Al regresar pensaba en ti:
en la desesperada sonrisa de tu cuerpo;
tu cuerpo, una mitad tan niña y mitad tan mujer
-posibilidad de pasión y certeza de infancia-;
tu cuerpo, aún inconsciente de ser tan sólo tu cuerpo
cruzado y recorrido por arterias, por miedos,
por hoyuelos graciosos y gestos perdurables;
tu cuerpo, que en sí mismo se refleja y reclina
con el alma del agua mirándose a un espejo.

Al despertar aún pensaba en ti:
pensaba en el milagro desigual de tu voz,
belleza cuya niñez permite comprender tanta espera,
comprender que no es vana la pasión de escucharte,
que todas las palabras dichas por ti hasta ahora
son la mitad tan sólo, son el claro hemisferio
de este mar silencioso que aún en ti permanece
creándose y oculto para un día clarísimo
donde voz y silencio serán dación de gracia.
Ay, sonido que nace como un mimado sueño,
¿con qué temblor mereceremos
esa fluencia absolutoria?

Cuerpo, voz y mirada que son mitad tan sólo
de un designio más alto que este destino nuestro:
la miseria no podrá derrotarlos; la desdicha
no ha de usurpar su lento continuar azulándonos,
porque al dolor y al miedo
vencieron simplemente existiendo,
y la mitad de su alma, la mitad de su sangre,
la mitad de su vida
son la justificable persuasión de la gracia:
rosa con que engañamos
a nuestra sombra en la tierra,
camino que elegimos para andar hasta Dios.

HORACIO ARMANI       ( Argentina, 1925 )

 

 

La felicidad

Es la felicidad una alimaña
de relucientes ojos que se esconde,
nadie sabe su cueva y corre y corre,
se nos va de las manos y nos deja
dentro del pecho un rastro luminoso,
aqui y allí destella, brinca, vuelve
a desaparecer, torna a otra mata.
Alguien nos dice: Está
debajo de esas piedras, y cavamos,
entre los pliegues de un vestido azul

y vamos con muchachas por la oscuridad.
Del mar, de entre las olas, traen noticias...
Por encontrar la dicha
el hombre va a los bares,
mira a los astros con temblor y pone
el oído en la puerta por si pasa.
Mas es escurridiza
y parlanchina la felicidad,
ya los hombres les da
la hora del trabajo
buscando en tuberías,
revolviendo anaqueles;
en tabernas les da la madrugada,
les da la muerte y los encuentra en sótanos
cansados de indagar, de hurgar.
de escarbar entre nubes y ángeles,
de levantar cascotes y estudiar
Arqueología. Un poco escépticos
se tienden sobre el suelo y mueren.
Fuera, aún escucharán los mismos vientos,
los mismos pájaros que anuncian vida,
los árboles que crecen puntuales
en idénticos meses verdecidos.
y él sólo de pensarlo
se pudre más aprisa
o en un supremo esfuerzo
quiere brotar de nuevo,
porque allá afuera, otros como él,
hombres de sueños y de carne,
otros también, como él, espernazados,
aseguran haber visto pasar
a la felicidad y por sus huellas.
rtelucientes... a pocos metros.

LORENZO PEDRERO     ( España, 1943 )

 

 

La noche de una mujer desconocida

Preguntó la muchacha al forastero:
-¿Por qué no pasas? En mi hogar
está encendido el fuego.

Contestó el peregrino: -Soy poeta,
sólo deseo conocer la noche.

Ella, entonces, echó cenizas sobre el fuego
y aproximó en la sombra su voz al forastero:
-¡Tócame! -dijo-. ¡Conocerás la noche!

PABLO ANTONIO CUADRA    ( Nicaragua, 1912 )


 

Madrugada en el ciclo de aries

En veinticinco pascuas te he dado la palabra
te he dejado decir cuanto me has dicho
me has ofrecido pan, cobre,
un código cosido con silencio, tus noticias
afónicas de amor, madejas de lujuria,
composturas, biko lanzado en lacrimógenos prospectos,
pasteles de neón, nada

me he tomado mi tiempo en preparar la huida
confluyo a la distancia más audaz, la carne
se me abre como si hubiera trazado con las manos
una hendedura en la negra pared de los pulmones,
llevo la paz, mi paz como un angioma
avanzando hasta cubrirme la piel
de versos elegíacos
estoy muerto de ti, ardo en tu olvido,
trafico, ya lo sabes, con una mercancía
que no tiene cobijo en esta escena,
pero adoro a tus hijos, a tus prisioneros,
tan aterradores como yo,
que te han ido modelando cuna a cuna
ladrillo a ladrillo
ley a ley

los adoro si los veo resentidos los
adoro cuando adoran un residuo
como yo los adoro los adoro
y nunca más que nunca cuando lloran
por algo parecido a mí...
quizá me hayas vencido quizá
puedas decirlo en alto,
allá tú y la conciencia que hemos hecho:
desde tu propia yugular te escribo
envuelto en un ejército de tráficos y modas
y escribo: que ya no tengo miedo
que me he muerto de ti
tan muerto estoy
de ti
como un chiquillo
De "Biografía de un traficante de no sé"

ALBERTO MARTIN MÉNDEZ              ( España, 1963 )

 

 

Nada es mayor que tú: sólo la rosa...

Nada es mayor que tú: sólo la rosa
tiene tu edad suspensa, ilimitada:
eres la primavera deseada,
sin ser la primavera ni la rosa.

Vago espejo de amor donde la rosa
inaugura su forma deseada,
absorta, inmensa, pura, ilimitada,
imagen, sí, pero sin ser la rosa.

Bajo tu piel de nube marinera,
luz girante tu sangre silenciosa
despliega su escarlata arborecida.

Nada es mayor que tú, rosa y no rosa,
primavera sin ser la primavera:
arpegio en la garganta de la vida.

ARTURO CAMACHO R.      ( Colombia, 1910 - 1983 )

 

 

Soledad compartida

No estamos solos. Nunca estamos solos.
Aunque la calle inunde su eterna muchedumbre a bocanadas.
Aunque el grito se extienda sin compartirse,
como la llama medra entre los labios,
como el errante bosque se dignifica en piedra.

No estamos solos en la ciudad inteligible.
Mientras el hacha se convierta en estrías de columna
y la alevosa ira deje de ser cornada.
Cuando el halo de un cuerpo, si sufriente,
desbrizne sus estigmas sin recordar el susto.

No está sola la niña que ha olvidado su amor
en la llanura. Ni el errante que no encuentra la dicha,
cuando los fustes se convierten en aves.
cuando el cayado desarraiga la mejilla y el busto.

¡Que no venga tu lágrima empañada,
que no acose tu vientre la almidonada esfera,
que no irrumpa en la sala donde duermes,
donde el trueno defiende el acoso de los niños,
donde el calor involucrado ha puesto sus raíces!

Porque no me has faltado todavía.
Aun antes de llegar no me faltabas.
Rehén de la magnífica torre, guarda que se avecina
desde el puente donde fluyen dos ojos indigentes,
para hacerse medalla encubridora.

Oh sola soledad que ya no aplazas,
que no apruebas el envite empobrecido de mi mesa,
que no confundes el dibujo de mi equipaje.
Te tengo compartida con el pulso,
con el ángel continuo, con el amor en vuelo.

De "Ditirambos para mi propia burla"

JOSÉ ANTONIO MORENO JURADO   ( España, 1946 )

 

 

No moriré del todo, amiga mía...

No moriré del todo, amiga mía,
mientras viva en tu alma mi recuerdo.
Un verso, una palabra, una sonrisa,
te dirán claramente que no he muerto.

Volveré con las tardes silenciosas,
con la estrella que brilla para ti,
con la brisa que nace entre las hojas,
con la fuente que sueña en el jardín.

Volveré con el piano que solloza
las nocturnas escalas de Chopin;
con la lenta agonía de las cosas
que no saben morir.

Con todo lo romántico, que inmola
este mundo cruel que me destroza.
A tu lado estaré cuando estés sola,
como una sombra más junto a tu sombra.

RODOLFO TALLON     ( Argentina, 1901 - 1976 )

 

 

Nunca

Nunca, nunca otros labios te besarán así;
ni unos ojos habrá que lloren de amor,
como he llorado, ni manos que, temblando,
se acerquen hasta ti con la ternura inmensa
con que yo me he acercado.
Ni corazón más claro ni dolor más fecundo
hallará la arrogancia de tu frente cansada,
ni un decir más sencillo ni un sentir más profundo
encontrarás de nuevo en la larga jornada.
Y cuando yo haya muerto y camines doliente,
evocando un nombre ante cada mujer,
como yo te llamaba, me llamarás, ferviente.
¡Y ya no podrá ser!

SARA HUBER      ( Chile, 1963 )

 

 

Oficio de tinta

Con las puertas abiertas
definitivamente
al dolor al dolor al dolor,
al crepúsculo humano, a los acontecimientos
resbaladizos, grises del corazón, de los ojos
cortados, bruscamente, a la plata verde,
a la plata blanda y verde del mundo,
ahora que todo está un poco más claro,
sólo un poco más claro,
con la luna y el agua y las conversaciones,
quiero buscar otros signos, otra pólvora
que repita la sangre por los pétalos.
Si no, ¿para qué el pulso?
si no, ¿para qué el cielo?
¿Para qué los esfuerzos minerales?
¿Y el mar? ¿Y los latidos? ¿Y los labios?
¿Para qué si la tinta no salta
como una antigua bestia enfurecida,
como un eterno cíclope de sangre,
como una ola loca y fecundada?
Que salte saltando, con un corazón caliente entre las manos.
Que salte, que salpique de muertos las mesas negras de los escritores.
Que salte, que haga huir a la rana ya la rata.

Que salte.
Que hunda.
Que duela.
Que salte.

La ciudad de sueño y exactos precipicios,
que salte.
La enredadera blanca del cielo del invierno,
que salte.
La mujer que pregunta a qué edad mueren los hombres,
que salte.
El niño que reune caracolas y peces asustados y diluvios,
que salte.
Como una mano negra que necesariamente mancha,
que necesariamente explica y tiembla y tiembla
y resucita los llantos de los gatos,
como un siglo llenísimo de tortugas errantes,
como un mar imposible de barcos degollados.
Que salte.
Que salte que salte que salte.
Que salte siempre.
Que siga saltando
Con las puertas abiertas y las manos hundidas para siempre
            en la tierra.

De "La soledad absoluta de la tierra"

MIGUEL SÁNCHEZ GATELL      ( España, 1965 )

 



Para vivir no quiero...

Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!

Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
"Yo te quiero, soy yo".

PEDRO SALINAS    ( España, 1891 - 1951 )

 

 


¿Pensamientos?

¿Pensamientos?
no son tales si de amor;
¿de alegría, y encadenan?,
no, pensamientos no son;
¿dolorosos, con heridas?,
no, pensamientos no son.
      ¡Oh qué luz tan adorable, más que el alma!
No sois yo.
Herida más que una herida,
más que llaga, que el latir,
como un eco hueco sois
que a la vez la fuente fuera.
       ¿Pensamientos?
No, no lo son,
si de amor.
        Son palomas amorosas de los labios,
mares de los ojos son que volasen lentamente,
placer y tormento a un tiempo,
una inquietud que da paz,
un beso puñal, que ahoga.
¡Oh deliciosa tortura!
        
Como una llama llagada,
sangre encendida en el fuego
que envenenas con tu vino,
con tus flechas deliciosas.
Cepo en los pies y cadenas,
de hierro atadas las manos,
siervo de amor he quedado.
           Luz y labios, sol y aurora.
Dame tú la mano, azul,
dame, azul, dame la mano:
en el oro, en el rayo, en la lava...

De "Estaciones cotidianas"

PEDRO ANTONIO URBINA           ( España, 1936 )

 

 

Por un poco de amor

Alcánzame la copa de tu pena,
que no quiero mirar su fondo oscuro,
no la bebas de golpe te lo pido,
saboréala despacio y sin apuro.
Si te embriagas de rabia o de amargura,
y te pesan los párpados de dudas
allá mismo en el fondo de tu pena,
hallarás mi comprensión desnuda,
y en la mano caliente que te brindo
no estará la recíproca esperando,
pero sí mi corazón abierto,
junto al tuyo con ansia palpitando.
No desmayes y alcánzame tu copa,
a esa pena le faltan muchas cosas,
la madura respuesta que da el tiempo
y la fuerza de lucha bondadosa.
Con un poco de amor ¡serás muy fuerte!
y si ese amor suplanta lo imposible
vencerás con el tiempo toda suerte
y serás en la lucha lo invencible.
No mendigues jamás calor ni abrigo,
que la lástima no llegue hasta tu puerta,
que el afecto prestado es el castigo
que la vida por fácil siempre oferta.
Así ha de ser desde que el mundo es mundo
desde que Dios te regaló existencia;
no la aproveches para ahogarte en ella
ni la derroches buscando experiencia.
Y recuerda que con un poco de amor
¡serás muy fuerte!
Y si ese amor suplanta lo imposible
vencerás con el tiempo toda suerte
y serás en la lucha.....¡lo invencible!

JOSE LARRALDE    ( Uruguay )


 

Postal

No sé si me engañaste, más fingiste
tan bien tu amor y tu entusiasmo loco,
que hoy, aunque nada entre los dos existe,
aún me parece que me amaste un poco.

Y si hoy, otra mujer, una alegría
dejar quisiera en mi existencia triste,
para hacerme feliz le pediría
que me engañara como tú lo hiciste.

FEDERICO RIVAS FRADE  ( Colombia )

 

 

Quisiera abrir mis venas bajo los durazneros...

Quisiera abrir mis venas bajo los durazneros,
en aquel distraído verano de mi boca.
Quisiera abrir mis venas para buscar tus rastros,
lenta rueda comida por agrias amapolas.

Yo te ignoraba fina colmena vigilante.
Río de mariposas naciendo en mi cintura.
Y apartaba las yemas, el temblor de los álamos,
y el viento que venía con máscara de uvas.

Yo no quise borrarme cuando no te miraba
pero me sostenías, fresca mano de olivo.
Estrella navegante no pude ver tu borda
pero me atravesaste como a un mar distraído.

Ahora te descubro, tan herido extranjero,
paraíso cortado, esfera de mi sangre.
Una hierba de hierro me atraviesa la cara...
Sólo ahora mis ojos desheredados se abren.

Ahora que no puedo derruir tu frontera
debajo de mi frente, detrás de mis palabras.
Tocar mi vieja sombra poblada de azahares,
mi ciego corazón perdido en la manzana...

SARA DE IBÁÑEZ     ( Uruguay, 1910 - 1971 )



Rapsodia

Cuando digo mujer quiero decir tus ojos
cuando digo el amor quiero decir tu voz
cuando digo infinito quiero decir un día
y si digo el pasado digo todas las playas
donde estuvimos juntos
y si digo el futuro hablo de tu presencia que
se propaga por las cosas como un incendio
y si digo silencio quiero decir adiós
cuando digo las noches quiero decir tu cuerpo
cuando digo decir quiero decir tocar saltar
permanecer
cuando digo matar quiero decir tus gritos
tus celos de tigresa merodeando en las noches
y si digo dinero digo mis deudas y tus deudas
y si digo cordura digo tu locura y la mía
y si digo estar vivos quiero decir morirse
y cuando digo ahora digo tiempo
y cuando digo tiempo digo siempre
cuando digo dolor quiero hablar de todo
lo que odiamos juntos
y cuando digo odio quiero decir amar
y cuando digo muerte quiero decirlo todo
cuando digo tu nombre quiero decir tu nombre
y cuando digo vida quiero decir tu amor.

ALBERTO VANASCO    ( Argentino 1925 )

 

 

Razón de amor

No es sólo la pasión de los abrazos,
la saliva, el aroma, el vértigo, los besos
o el plácido desvelo de la ausencia.

Mi amor es la fábula y la trama,
el relato interior que sigue a cada encuentro,
la glosa que acompaña los adioses,
el minucioso examen de las frases
y el eco que tu voz le pone a mi silencio.

Mi amor es ser feliz y no engañarme
anticipando el daño del negro desengaño,
cuando el sexo se esfume en el recuerdo
remoto y resentido de un orgasmo.
El consentir la calma en las mareas
y atesorar las horas y los días
de la fiesta de luz que celebramos,
del banquete voraz de los sentidos.

Y abolir la frontera de los cuerpos,
detenernos, subiendo la escalera,
a besarnos en todos los peldaños .

LEOPOLDO ALAS    ( España )

 



Recuerdo el día aquel, cristal brumoso...

Recuerdo el día aquel, cristal brumoso
en el que fui a cazar por tu ribera;
entonces el fulgor, la primavera:
la aparición del tacto melodioso.

Mi vida se ha fundado en ese gozo
-mi vida de romántica madera-,
sin ti, reír es nube pasajera;
sin ti, soñar es páramo dudoso.

Recuerdo bien, cuando te vi surgir
-crisálida de intentos valerosos-,
tatuando con diamantes mi sentir.

No morirás jamás, cristal lluvioso,
pues cuando sienta el último latir
aún arderá tu arpegio luminoso.

MARCELO URIOSTE         ( Bolivia )

 

 


Rompimiento

Te vi, te amé; tu imagen peregrina
en mi alma se grabó.
Me hiciste comprender que me querías,
y aún más te quise yo.
Y cuando, loco, con tu amor formaba
halagüeña ilusión,
me diste con la puerta en las narices.

Pues ¡hija!, se acabó.

Toma tu rizo, mándame mis cantares,
y busca la ocasión
en que pueda tus besos devolverte
pues no los quiero yo.

CLEMENTE PALMA   (Perú, 1872- 1946)

 

 

Ruptura

Nos hemos bruscamente desprendido
y nos hemos quedado
con las manos vacías, como si una guirnalda
se nos hubiese ido de las manos;
con los ojos al suelo,
como viendo un cristal hecho pedazos:
el cristal de la copa en que bebimos
un vino tierno y pálido....

Como si nos hubiéramos perdido,
nuestros brazos
se buscan en la sombra...¡Sin embargo,
ya no nos encontramos!
En la alcoba profunda
podríamos andar meses y años,
en pos uno del otro,
sin hallarnos....

JAIME TORRES    ( México )

 

 

Se me han ido las horas en tejer un encaje...

Se me han ido las horas en tejer un encaje,
en prender una cinta y en bordar una flor...
Se me han ido las horas en mirar un paisaje,
y en oír una fuente y en copiar un celaje,
y en hacer una rima y en soñar un amor.

Se me han ido las horas enhebrando quimeras,
y tejiendo locuras imposibles de ser...
Se me han ido las horas  -golondrinas viajeras-
y han pasado los sueños como nubes ligeras,
por mi triste y errante corazón de mujer.

Se me han ido las horas...No me dejes, amado,
arrollar por la ola de la vida vulgar.
Ven a mí, dulce dueño, tanto tiempo esperado
y al arrullo divino de tu verso encantado,
¡que me duerma en tus brazos para no despertar!

MARGARITA MONDRAGÓN      ( México )

 

 

Seremos tristes

Oye, seremos tristes, dulce señora mía.
Nadie sabrá el secreto de esta suave tristeza.
Tristes como ese valle que a oscurecerse empieza,
tristes como el crepúsculo de una estación tardía.

Tendrá nuestra tristeza un poco de ufanía
no más, como ese leve carmín de tu belleza,
y juntos lloraremos, sin lágrimas, la alteza
de sueños que matamos estérilmente un día.

Oye, seremos tristes, con la tristeza vaga
de los parques lejanos, de las muertas ciudades,
de los puertos nocturnos cuyo faro se apaga.

Y así, bajo el otoño, tranquilamente unidos,
tú vivirás de nuevo tus viejas vanidades
y yo la gloria póstuma de mis triunfos perdidos.

RAFAEL MAYA     ( Colombia, 1897 - 1980 )

 

 

Tan tuyo como mío

EL aire vegetal de tus pupilas.
La rama del almendro de tu frente.
El párpado alertado, la simiente
que allá en la rueca de tus ojos hilas.

Yo estoy contigo, pero tú vigilas
mi pensamiento: la mirada ausente
que a veces llega a hundirse en la corriente
de un río con aguas -¡de verdad!- tranquilas.

Y aunque contigo estoy y te lo advierto,
pese a que el pensamiento, la mirada,
se alejen hacia el mar por ese río,

tú me reprochas que este amor tan cierto
no es tuyo ya, que ya no tienes nada.
¡Y es un amor tan tuyo como mío!

De "Nuevos poemas de amor"

JACINTO LÓPEZ GORGE   ( España, 1925 )

 

 

Trazo incompleto

Te encontré una vez más.
Tenías lo que mi alma deseaba,
lo que todo mi ser siempre pedía.
Te perdí una vez más,
tenías lo que yo no quería.

Mi alma era para ti, vino a buscarte
creyendo que ya estabas,
tú viniste después para esperarme
sin saberme llegada.

Sedientas se buscaron, y se vieron,
mas pasaron de largo, sin palabras;
porque yo te aguardaba por el norte
y en el sur, silencioso, me esperabas.

No pensamos, al vernos, en que el tiempo
pudiera haber burlado nuestras almas.

CARMEN TOSCANO     ( México, 1922 )

 



Tristeza del recuerdo

Por las esquinas vagas de los sueños
alta la madrugada, fue conmigo
tu imagen bien amada, como un día,
en tiempos idos, cuando Dios lo quiso.

Agua ha pasado por el río abajo,
hojas verdes perdidas llevó el viento
desde que nuestras sonrisas vieron quedas
su afán borrarse con el sol traspuesto.

Hermosa era aquella llama, breve
como todo lo hermoso: luz y ocaso.
Vino la noche honda, sus cenizas
guardaron el desvelo de los astros.

Tal jugador febril ante una carta,
un alma solitaria fue la apuesta
arriesgada y perdida en nuestro encuentro;
el cuerpo entre los hombres quedó en pena.

¿Quién dice que se olvida? No hay olvido
Mira a través de esta pared de hielo
ir esa sombra hacia la lejanía
sin el nimbo radiante del deseo.

Todo tiene su precio. Yo he pagado
el mío por aquella antigua gracia,
y así despierto, hallando tras mi sueño
un lecho solo, afuera yerta el alba.

LUIS CERNUDA    ( España, 1902 - 1963 )

 


 

Viento de ayer

¿Es tu hija, verdad? La he conocido
por la estrella fugaz que hay en sus ojos,
la cabeza inclinada y la manera,
tan tuya, de mirar llena de asombro.

¿Es tu hija, verdad? lo han presentido
-¡desde tan hondo!-
unos vientos callados que dormían
bajo las aguas quietas, en el pozo
de los tiempos perdidos, donde guardo
las hojas que cayeron
de los sauces remotos.

Tiene luz en la frente
-tu misma luz-. Y el gesto melancólico.
Tiene el cuello tan frágil como tú lo tenías
y en el pelo los mismos
pájaros locos.
Tiene un viento de ayer entre los dedos,
y en el rostro...
tu firma escrita
con otra sangre
que no conozco.

TORCUATO LUCA DE TENA    ( España, 1923 )



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