"...Y al ver que aduermes todas mis penas
mi sangre -roja sacerdotisa-
tus alabanzas canta en mis venas..."

"Drawing of the Face of an Angel"

Leonardo Da Vinci


 

 


Reseña biográfica

Poeta, periodista y diplomático mexicano nacido en Ciudad de México en 1871.
Realizó sus estudios primarios en un colegio militar incursionando en el campo poético desde muy joven. 
A los diecinueve años viajó a Japón y posteriormente a Paris, países que influyeron notablemente
en la calidad de su poesía. Fue miembro de la  Academia Mexicana de la Lengua y ocupó varios cargos diplomáticos
en Ecuador, Colombia  y Estados Unidos.
«Florilegio» en 1898, «Al sol y bajo la luna» en 1918, «Poemas sintéticos» en 1919, «Li-Po y otros poemas» en 1920
y «El jarro de flores» en 1922, forman parte de su importante obra.
Falleció en Nueva York en 1945. ©

 

 

De poemas de juventud 1892 - 1900

Abraxa
En el parque
En otoño
La Venus china
Soneto Watteau

 

De la época media 1901 - 1918

La bailadora
Lawn-tennis
Misa negra
Noche del trópico
Nocturno invierno
Quinta avenida

De la época moderna 1919 - 1945

Agua fuerte
El ídolo en el atrio
El jardín está lleno de suspiros de luz
El ruiseñor 
El sauz
En Liliput 
Hojas secas
Hongo
Identidad 
Japón
La araña
La carta
La luna
La mujer tatuada
Las prostitutas...
Libélula  
Los gansos
Los sapos
Luciérnagas
Mariposa nocturna 
Mujer hecha pedazos
Nocturno alterno
Panorama  
Peces voladores
Sandía
Tríptico sentimental
Un mono
Vuelos

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De poemas de juventud 1892 - 1900

 

Abraxa

Como un diamante sobre el terciopelo
de un joyero de ébano sombrío,
abandona tu amor sobre mi hastío
la diamantina claridad de un cielo.

Rugió la tempestad...: muerto de frío,
en ti -jardín en flor- posé mi vuelo,
y te bañó mi torvo desconsuelo,
¡oh lirio! , en vez del matinal rocío.

¡Y ni un suspiro de tristeza exhalas!
y dejas que mi frente pesarosa
empolve con sus pésames tus galas,

¡y que te abrace al fin mi alma tediosa
como crispa un murciélago sus alas
sobre el cáliz fragante de una rosa!

* * *

En el parque

Un último sonrojo murió sobre tu frente...
Caíste sobre el césped; la tarde sucumbía,
Venus en el brumoso confín aparecía
y rimando tus ansias sollozaba la fuente.

¿Viste acaso aquel lirio y cómo deshacía
una a una sus hojas en la turbia corriente,
cuando al eco obstinado de mi súplica ardiente
respondiste anegando tu mirada en la mía?

Ya en la actitud rendida que la caricia invoca,
en la grama tendiste tus blancos brazos flojos
rendida ante los ruegos de mi palabra loca.

Y yo sobre tu cuerpo cayendo al fin de hinojos,
miré todas las rosas sangrando entre tu boca
¡y todas las estrellas bajando hasta tus ojos!

* * *

En otoño

La lluvia obstinada y fría
de aquella tarde brumosa,
¡desbarató muchos nidos
y deshojó muchas rosas!

Allá en la desierta sala
frente a la ventana gótica,
los dos solos. Él callado;
ella pálida y tediosa
finge desdén, y sus ojos
están tristes y no lloran,
y las crueles palabras
que de su garganta brotan
quieren vibrar y acarician,
quieren herir y sollozan...
La falta es nube de estío
y las nubes se evaporan
cuando surge el sol radiante;
pero ella piensa orgullosa:
¡Cuando al corazón lastiman
las faltas no se perdonan!
Él medita que al agravio
las rodillas no se doblan,
y ambos callan pensativos
frente a la ventana gótica...
¿Por qué no arrojan la máscara
si al cabo los ojos lloran?
¿Por qué enmudecen los labios
si las almas están rotas?

¡Ay, en vano los recuerdos
tienden el ala y remontan
los horizontes azules
de las horas venturosas!
En vano recuerda ella
el despertar en la alcoba,
cuando de la serenata
se desprendían las notas
¡y sobre del blanco alféizar,
aparecía en la sombra
una mano que se alzaba
con un puñado de rosas!
En vano el galán medita
en las palabras ansiosas,
en la frente pensativa
y en los besos de su novia.

Los recuerdos vuelven tristes
con las alas temblorosas,
y ateridos se acurrucan
otra vez en la memoria...
¡Ella firme piensa en que
las faltas no se perdonan,
y él se obstina en que al agravio
las rodillas no se doblan!
Mientras, en alas del viento
las hojas secas sollozan
por esa lluvia que sigue
cayendo en la noche umbrosa,
¡desbaratando los nidos
y deshojando las rosas!

* * *

La Venus china

En su rostro ovalado palidece el marfil,
la granada en sus labios dejó púrpura y miel,
son sus cejas el rasgo de un oblicuo pincel
y sus ojos dos gotas de opio negro y sutil.

Cual las hojas de nácar de un extraño clavel
florecieron las uñas de su mano infantil,
que agitando en la sombra su abanico febril
hace arder en sus sedas un dorado rondel...

Arropada en su manto de brocado turquí,
en la taza de jade bebe sorbos de té,
mientras arde a sus plantas aromoso benjuí.

¡Mas irguióse la Venus y el encanto se fue,
pues enjuto, en la cárcel de cruel borceguí,
era un pie de faunesa de la Venus el pie!...

* * *

Soneto Watteau

¡Manón, la de ebúrnea frente,
la de cabello empolvado
y vestidura crujiente,
tus ojos me han cautivado!

Eco de mi amor ardiente,
el clavicordio ha cantado
la serenata doliente
y el rondel enamorado...

¡Ven! ¡El Amor que aletea
lanza su flecha dorada,
y en el mar que azul ondea

surge ya la empavesada
galera flordelisada
que conduce a Citerea!

 

 

 

De la época media 1901 - 1918

La bailadora

¡Ardores, aromas y ritmos mantienes
en plural encanto y en prestigio vario,
y ardes y perfumas, en lentos vaivenes,
                         como un incensario!

* * *

Lawn-tennis

Toda de blanco,
fmge tu traje
sobre tu flanco
griego ropaje.

                                                De la Victoria
                                                de Samotracia,
                                                mientes la gloria
                                                llena de gracia.

¡En vano ilusa
fijas el pie!...
Que no eres musa
ni numen, que

                                                sin que disciernas
                                                un viento lírico
                                                sobre tus piernas
                                                sopla satírico;

pues aunque fatua
te alces extática,
no eres la estatua
gloria del Atica...

                                                 pisan el suelo
                                                 yanke tus pies. ..
                                                 ¡Y alto es el vuelo
                                                 de las Nikés!

* * *

Misa negra

¡Noche de sábado! Callada
está la tierra y negro el cielo;
late en mi pecho una balada
de doloroso ritornelo

El corazón desangra herido
bajo el cilicio de las penas
y corre el plomo derretido
de la neurosis en mis venas

¡Amada ven!…¡Dale a mi frente
el edredón de tu regazo
y a mi locura dulcemente,
lleva a la cárcel de tu abrazo!

¡Noche de sábado! En tu alcoba
hay perfume de incensario,
el oro brilla y la caoba
tiene penumbras de sagrario.

Y allá en el lecho do reposa
tu cuerpo blanco, reverbera
como custodia esplendorosa
tu desatada cabellera.

Toma el aspecto triste y frío
de la enlutada religiosa
y con el traje más sombrío
viste tu carne voluptuosa.

Con el murmullo de los rezos
quiero la voz de tu ternura,
y con el óleo de mis besos
ungir de diosa tu hermosura.

Quiero cambiar el grito ardiente
de mis estrofas de otros días,
por la salmodia reverente
de las unciosas letanías;

quiero en las gradas de tu lecho
doblar temblando la rodilla
y hacer del ara de tu lecho
y de tu alcoba la capilla…

Y celebrar ferviente y mudo,
sobre tu cuerpo seductor,
lleno de esencias y desnudo
¡la Misa Negra de mi amor!

* * *

Noche del trópico

En la fúnebre bóveda no brillan las estrellas,
y sin embargo estriado de tenebrosas huellas

sobre el profundo abismo la luz es móvil nata
do apenas un Erebo de sombra se desliza,
y en esa temblorosa película de plata
en perlas se deshace la ola que se riza.

Pero sobre la borda el nauta que se inclina
teme que finja un sueño su rápido vislumbre
de incandescentes peces y flora submarina
y anémonas de fósforo entre árboles de lumbre,

y -de un pez luminoso al lívido fanal-
el cadáver de un náufrago, que en la sombra total,
con los huesos tan blancos que parecen de luz,

                                       ¡es igual
                                       a una cruz
                                       de cristal!...

* * *

Nocturno invierno

Mi inconsolable soledad se asombra,
pues no sé en la ansiedad con que deliro
si no te puedo ver por tanta sombra
o si es de noche porque no te miro...

¡Pues siempre que tú llegas, la tiniebla
disipas, ya tu voz ya tu mirada
el silencio de músicas se puebla
y cae sobre la noche la alborada!

Pasas, y al agitarse tu vestido
entre rumores y fragancia, exhalas
tibios aromas de jardín florido,
brisas que soplan invisibles alas.

Y tu voz impregnada de misterio
evoca con sus cálidos murmullos
musicales sollozos de salterio,
gargantas de torcaz llenas de arrullos,

fugitivo gemir de una fontana
que detenerse en su correr quisiera
en un remanso, al pie de una ventana
adonde sufre un alma prisionera...

Así es tu voz, que trémula y vibrante
prolonga la tristeza que me inspira,
y por mística y dulce es la distante
campana donde un Ángelus suspira...

O bien cuando la anima la alegría,
tu boca en flor convierte en un tesoro
y sus palabras cambia en pedrería
la Sultana locuaz Boca-de-Oro.

¡Surge en la noche mi Sheherazada,
y ante el milagro que su voz destella,
parece que en la bóveda estrellada
cada palabra suya es una estrella!

¡Y cuando al fin suspiras y te miro
suspensa en lo infinito de tu duelo,
pasa sobre mi alma tu suspiro
como una estrella errante por el cielo!

* * *

Quinta avenida

¡Mujeres que pasáis por la Quinta Avenida
tan cerca de mis ojos, tan lejos de mi vida!...

¿Soñáis desnudas que en el baño os cae
áureo Jove pluvial, como a Danae,
o por ser impregnadas de un tesoro,
al asalto de un toro de oro
tendéis las ancas como Pasifae?

¿Sobáis con perversiones de cornac
de broncíneo elefante la trompa metálica
o transmutáis, urentes, de Karnak
la sala hipóstila, en fálica?

¡Mujeres fire-proof a la pasión inertes,
hijas de la mecánica Venus made in América;
de vuestra fortaleza, la de las cajas fuertes,
es el secreto... idéntica combinación numérica!

 

 

De la época moderna 1919 - 1945

Agua fuerte

Pasas trotando como si huyeras
y se diría
que antros de vicio buscando fueras
con las pupilas ardiendo al día
entre la sombra de las ojeras...

Tu cuerpo trémulo se arrebuja
con turbadores gestos de vicio,
y vas furtiva como una bruja
bajo las iras del Santo Oficio.

                               Bajo el arco de los tacones
                               de tus empinados chapines,
                               corren los ríos de ilusiones
                               de tus amantes malandrines.

Cubres tu frente con el mantón
y macerada por el pecado
a las campanas de la oración
tiemblas; el cierzo te ha flagelado
con anatemas de Inquisición...

                                La brasa de los besos
                                chirría en tu saliva
                                y las ojeras de los excesos
                                orlan tu carne de siempreviva.

De adobos brujos tus carnes untas
y en fiel consorcio con tu lesbiana,
sobre una escoba las piernas juntas
vuelas a un sabat de mariguana...

                                 En tus ojos alucinados
                                 por espejismos de vicio,
                                 queman los siete pecados
                                 raros fuegos de artificio.

En tu regazo tienes al diablo,
bajo tus faldas arde la hoguera;
hace tres siglos tu sino fuera,
letra y efigie de algún retablo,
morir quemada por hechicera. .

                                  Cuando al toque de oración
                                   flotando en negro mantón
                                  en la penumbra apareces
                                  y tus miradas destellas

                                  un murciélago pareces
                                  clavado con dos estrellas.

* * *

El ídolo en el atrio

Una Piedra del Sol
sobre el cielo de la mañana
asoma en lo alto
el ancho rostro de basalto
a la orilla de un charco de obsidiana
y parece que su boca vierte
un reguero de sangre humana
y zempazúchiles de muerte...

Es del trigo del sol
la gran piedra molar
que hace el pan de los días
en los molinos de la eternidad.

Piedra de las cronologías,
síntesis de los años y los días
donde se exhala en silencioso canto
el pertinaz espanto
de las viejas mitologías...

Los meses enflorados y agoreros
en ella ensartan lunas de pálido tecali
así como los cráneos hueros
en el zompantli del teocali.

En torno de esa tabla de la ley
gladiatorios o místicos agrúpanse los meses
entre bélicos cantos y rumores de preces
como en torno de un rey...

Y al final los días rezagados
los Nemontemi... ¡Cinco enmascarados
con pencas de maguey!...

Días en cuyas noches se derrite
la luna como turbio chalchihuite;
en que mancha de sombra luce el oro del sol
como la piel del tigre o como el girasol...

Otros días sonoros y ricos
como el trópico son, y si ruge el jaguar
y vuelan las parvadas de pericos,
¡parece que la selva echó a volar!

Y el relámpago de las guacamayas
rasga el cielo -clamor y bandera-
como si el eco y el vislumbre fuera
de la legión del dios de las batallas.

Y en pleno día las caudas de los quetzales
suben y giran como fuegos artificiales,
cual si cayeran astros o volaran las flores,
o las minas de esmeraldas ascendieran en surtidores
y se abatieran en festones de saucedales...

El gran boa anaconda se mueve como río
de sinuosos rastros
y la espesura escalofría
su largo dorso tenebroso y frío,
taraceado de flores e incrustado de astros
en simétrica geometría.

Otras tardes inunda la llanura el salvaje
tropel de los bisontes
y sus jibas ondulan cual montes
o proceloso mar de móvil oleaje.

Y dejando a su paso todo roto
en terrible crujir,
se hunde en la selva el terremoto
del Tapir...

Los macacos aúllan en el bambú empinado;
la iguana el tornasol de su iris cambió
y el armadillo se ha salvado
pues en su carapacho se escondió.

Contraído en su concha, hecho un ovillo,
rodó por la montaña noche y día
¡y salvo llegó al valle el armadillo!

El águila que lo perseguía
desde el azur adonde se cernía
lo dio por muerto...
¡y a poco el armadillo al sol surgía
como un santo ermitaño del desierto!

Burló del águila la garra,
mas al fin convertido en guitarra
bajo la mano
llena de amor patrio
de un zapatista suriano,
de la Tierra de Promisión,
ial pie del Idolo del Atrio
el armadillo canta la canción!

* * *

El jardín está lleno e supiros de luz

El jardín está lleno
                     de supiros de luz

 
Y por sus
                      frondas                   escurriendo                         van
como
                 lá
                       gri
                             mas                       las últimas                       gotas
De la
           
               lluvia

                            lunar. . . . . . .

* * *

El ruiseñor

Bajo el celeste pavor
delira por la única estrella
el cántico del ruiseñor.

* * *

El sauz

Tierno saúz
casi oro, casi ámbar,
casi luz...

* * *

En Liliput

Hormigas sobre un
grillo, inerte. Recuerdo
de Gulliver en Liliput...

* * *

Hojas secas

El jardín está lleno de hojas secas;
nunca vi tantas hojas en sus árboles
verdes, en primavera.

* * *

Hongo

Parece la sombrilla
este hongo policromo
de un sapo japonista.

* * *

Identidad

Lágrimas que vertía
la prostituta negra,
blancas..., ¡como las mías...!

* * *

Japón

¡Áureo espejismo, sueño de opio,
fuente de todos mis ideales!
¡Jardín que un raro kaleidoscopio
borda en mi mente con sus cristales!
Tus teogonías me han exaltado
y amo ferviente tus glorias todas;
¡yo soy el siervo de tu Mikado!
¡Yo soy el bonzo de tus pagodas!

Por ti mi dicha renace ahora
y en mi alma escéptica se derrama
como los rayos de un sol de aurora
sobre la nieve del Fusiyama.

Tú eres el opio que narcotiza,
y al ver que aduermes todas mis penas
mi sangre -roja sacerdotisa-
tus alabanzas canta en mis venas.

¡Canta! En sus causes corre y se estrella
mi tumultuosa sangre de Oriente,
y ése es el canto de tu epopeya,
mágico Imperio del Sol Naciente.
En tu arte mágico -raro edificio-
viven los monstruos, surgen las flores
es el poema del Artificio
en la Obertura de los colores.

¡Rían los blancos con risa vana!
Que al fin contemplas indiferente
desde los cielos de tu Nirvana
a las Naciones de Occidente.

Distingue mi alma cuando en ti sueña
-cuando sombrío y aterrador-
la inmóvil sombra de la cigüeña
sobre un sepulcro de emperador.

Templos grandiosos y seculares
y en su pesado silencio ignoto,
Budhas que duermen en los altares
entre las áureas flores de loto.

De tus princesas y tus señores
pasa el cortejo dorado y rico,
y en ese canto de mil colores
es una estrofa cada abanico.

Se van abriendo si reverbera
el sol y lanza sus tibias olas
los parasoles, cual Primavera
de crisantemas y de amapolas.

Amo tus ríos y tus lagunas,
tus ciervos blancos y tus faisanes
y el ampo triste con que tus lunas
bañan la cumbre de tus volcanes.

Amo tu extraña mitología,
los raros monstruos, las claras flores
que hay en tus biombos de seda umbría
y en el esmalte de tus tibores.

¡Japón! Tus ritos me han exaltado
y amo ferviente tus glorias todas;
¡yo soy el ciervo de tu Mikado!
¡Yo soy el bonzo de tus pagodas!

Y así quisiera mi ser que te ama,
mi loco espíritu que te adora,
ser ese astro de viva llama
que tierno besa y ardiente dora
¡la blanca nieve del Fusiyama!

* * *

La araña

Recorriendo su tela
esta luna clarísima
tiene a la araña en vela.

* * *

La carta

Busco en vano en la carta
de adiós irremediable,
la huella de una lágrima...

* * *

La luna

Es mar la noche negra;
la nube es una concha;
la luna es una perla...

* * *

La mujer tatuada

Las huellas de los pies de sus amantes
han cubierto su alcoba
con un tapiz de peregrinaciones.

La arcilla de su seno
está llena de huellas digitales,
y todo su cuerpo de jeroglíficos
de colibríes, besos
de sus amantes niños...

El vuelo de sus cejas
en su frente admirable
posa un perfil de zopilote
sobre los cráneos del zompantli,
que echa a volar cuando sus ojos
luminosos se abren...

                             Espejo de obsidiana
                             del brujo Tezcatlipoca;
                             yugo de granito;
                             ¡cóncavo
                             vaso de sacrificios!

Cuerpo macerado de inciensos
como las paredes de los templos.
Un pasajero amante
dejó escrito su nombre en un tatuaje
sobre su carne.

Su esencial orquídea,
como las de Mitla,
surge entre las piedras del templo
promulgando sangre de víctimas,
imán de mariposa ilusión
que flota en claros de luna o tiembla
en un verde rayo de sol.

La teoyamique sonríe en sus dientes
y el jaguar de su ardor abre las fauces
al través de una enagua de serpientes

y, hélice del Calendario ancestral,
su misterio sobre nuestras escamas
riza elásticas plumas de quetzal.

De su alma llena de sepulcros
suben hasta sus ojos
espectros y vislumbres de tesoros

y tanta pasión suprimida;
momias que emparedó el Santo Oficio
¡y hoy implacables resucitan...!

Mientras su carne de cera
arde con flama de pasión
como gran cirio de la Inquisición.

Se siente Emperatriz en las verbenas
y en la profunda ergástula de sus amantes, Reina,
y aspira como ídolo copales y alhucemas.

Caen los besos, de sus ojeras a la sombra,
en el ávido surco de su boca
y sus senos se hinchan
como si fueran a brotar dos rosas...

En su vientre está la equino-cáctea,
en su vientre infecundo
¡tan blanco como la Vía Láctea
llena de mundos...!

Sus pésames aúllan con los coyotes de la sierra
y su máscara estampada de flores
cubre una sonrisa de hiena.

Como submarinas medusas
en espejismos de Atlántidas
ruedan sus ojos en blanco

cuando entre blasfemias roncas
su hombre se rinde entre sus brazos
como un ahorcado en una horca.

Nada hay
tan semejante a una chinampa florida
como su carne escondida
bajo tápalos de Catay...

Y a ella toda, como la gran curva de luz
del cohete que en silencio vuela
y suspende, doblado en festón de saúz,
un jardín milagroso en la plazuela

a tiempo que a la vera de la vieja casona
esquiva la Llorona
su fluido cuerpo de lémur
y su quejido doliente y vano

como de flauta hecha en un fémur
                    humano...

Nueva York, enero de 1922

* * *

Las prostitutas...

Las prostitutas
Ángeles de la Guarda
de las tímidas vírgenes;
ellas detienen la embestida
de los demonios y sobre el burdel
se levantan las casas de cristal
donde sueñan las niñas...

* * *

Libélula

Porfía la libélula
por emprender su cruz transparente
en la rama desnuda y trémula

* * *

Los gansos

Por nada los gansos
tocan alarma
en sus trompetas de barro.

* * *

Los sapos

Trozos de barro,
por la senda en penumbra
saltan los sapos.

* * *

Luciérnagas

La luz
                         de las
                                                  Luciérnagas
es un
                         blando                                             suspiro
Alternado
                            con pausas                                     de oscuridad
Pensamientos
            sombríos                que se                               disuelven
en gotas
               instantáneas                                                   de claridad

* * *

Mariposa nocturna

Devuelve a la desnuda rama,
mariposa nocturna,
las hojas secas de tus alas.

* * *

Mujer hecha pedazos

En la morgue del ensueño
pertinaz ilusión refrigera
entre prismas de hielo,
bocas pintadas,
palabras pintadas,
ojos azules,
miradas celestiales
de mujeres telescopiadas
en catástrofes de recuerdos.

Hembra triangulizada
más acá de la cuarta dimensión
entre un mañana y un ayer
y una múltiple intersección.

Sus pies trotamundos
vislumbran mis temores de reojo,
en tremedales profundos,
cuña de bermellón el tacón rojo.

Mientras miran de soslayo
sus ojos de niño en la cuna
con influencias maléficas de rayo
de luna.

El espeso carmín de los labios
tapió un ansia de comulgar
y avivó en ellos los resabios
de besar y de suspirar.

De su espíritu la penuria
resplandece y se aladiniza,
cuando sus lágrimas irisa
recóndito ardor de lujuria
bajo un antifaz de sonrisa.

Sólo ella filaba esa nota
que como suspiro brota,
tiembla en ansia entrecortada
y en un sollozo por fin rota,
se astilla en una carcajada...

La llama de la hoguera de Thaís
crepita una canción de París,
con fuego sobre el caos rubrica
la cadera de cierta chica,
suspira un hipo de pasión
y, boca llena de pavesas
y de sangre del corazón,

tú, mi propia vida, bostezas
como un horno de cremación...

* * *

Nocturno alterno

Neoyorquina noche dorada
                      Fríos muros de cal moruna
Rectors champaña fox-trot
                      Casas mudas y fuertes rejas
Y volviendo la mirada
                      Sobre las silenciosas tejas
El alma petrificada
                      Los gatos blancos de la luna
Como la mujer de Loth

              Y sin embargo
                  es una
                     misma
                         en New York
                              y en Bogotá


                                                               
La luna...!

* * *

Panorama

Bajo de mi ventana, la luna en los tejados
y las sombras chinescas
y la música china de los gatos.

* * *

Peces voladores

Al golpe del oro solar
estalla en astillas el vidrio del mar.

* * *

Un mono

El pequeño mono me mira...
¡Quisiera decirme
algo que se le olvida!

* * *

Sandía

¡Del verano, roja y fría
carcajada,
rebanada
de sandía!

* * *

Tríptico sentimental

Loro idéntico al de mi abuela,
funambulesca voz de la cocina
del corredor y de la azotehuela.

No bien el sol ilumina,
lanza el loro su grito
y su áspera canción
con el asombro del gorrión
que sólo canta El josefito...

De la cocinera se mofa
colérico y gutural,
y de paso apostrofa
a la olla del nixtamal.

Cuando pisándose los pies
el loro cruza el suelo de ladrillo
del gato negro hecho un ovillo,
el ojo de ámbar lo mira
y un azufre diabólico recela
contra ese íncubo verde y amarillo,
¡la pesadilla de su duermevela!

¡Mas de civilización un tesoro
hay en la voz
de este super-Ioro
de 1922!

Finge del aeroplano el ron-ron
y la estridencia del klaxón...

Y ahogar quisiera con su batahola
la música rival de la victrola...

En breve teatro proyector de oro,
de las vigas al suelo, la cocina
cruza un rayo solar de esquina a esquina
y afoca y nimba al importante loro...

Pero a veces, cuando lanza el jilguero
la canción de la selva en abril,
el súbito silencio del loro parlero
y su absorta mirada de perfil,
recelan una melancolía
indigna de su plumaje verde...

¡Tal vez el gran bosque recuerde
y la cóncava selva sombría!

¡En tregua con la cocinera
cesa su algarabía chocarrera,
tórnase hosco y salvaje...

¡El loro es sólo un gajo de follaje
con un poco de sol en la mollera!

* * *

Vuelos

Juntos, en la tarde tranquila
vuelan notas de Ángelus,
murciélagos y golondrinas.

 

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